domingo, 12 de enero de 2014

Distancia existencial y física.

Estas navidades me ha faltada gente. Tanto en presencia como en esencia.
Personas a las que no volveré a ver, personas que me faltan por la distancia, y personas que me faltan no por la distancia física propiamente dicha, sino por esa que te mata, y que cabe decir, es peor. La emocional.
Entre las personas que no volveré a ver solo puedo destacar a una de ellas.
Esa mujer que me llevo de la mano tantas veces, que aún en mi inconsciencia, me enseñaba cosas que probablemente se hallen en algún lugar perdido de mi desordenada mente. Debo decir, que esto no deja de ser doloroso. Incluso agonizante.
Una persona que significó tanto en tu vida, con la que compartiste tanto a su lado y olvidarla sin querer. Sí, eso es dolor. Quiero creer (es más, mantengo la esperanza.) que la vida me dará en otro momento la oportunidad de volver a reunirnos. Quizá no de forma física, o al menos no de la manera que conocemos, pero me gusta pensar que esto no es el final. Es solo una pequeña pausa, una parada para tomar aliento, una coma en nuestra historia. En nuestra gran historia.
Otra parte de mí asegura que eso no será así, que se ha acabado. Quizá así sea. Y lo mejor que podría hacer el ser humano es dejarse de castillos en el aire y caerse de una vez. Estamparnos contra el duro suelo.
El suelo puede ser algo similar a la realidad. La pisamos continuamente sin importarnos las consecuencias que puede traer, o cuantas vidas pisamos con ella. Pero esta, siempre da de lo que recibe, y aquí es cuando vienen las caídas. Nos hacemos daño, nos topamos con la realidad y nos aseguramos (o al menos lo intentamos) de no volver a cometer semejante error. ¿Por qué? Quizá sea por ese ansia de perfección, de excelencia, o incluso, me atrevo a decir, de superioridad. Pretendemos saborear la gloria pisando la realidad, pero en definitiva, pisándonos los unos a los otros.
Como opinión personal, cabe decir que en estos últimos meses he considerado la posibilidad de la 'magia' por darle algún nombre, o etiqueta. No es la magia que desde pequeños nos pueden venir inculcando. Quizá esto solo sea un vía de escape, o una excusa para no creer en ese final que a todos nos espera. O no.
¿Qué somos? Un puñado de casualidades.
Somos energía. 'La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma.' Pero bueno, ya escribiré sobre esto otro día.

En lo que a la distancia física respecta, está ella.
Probablemente no encuentre las palabras adecuadas para describir lo que realmente quiero decir. Pero haré un intento.La verdad es que desde que llegó a mi vida, se ha convertido en una parte muy importante y me atrevo a decir que fundamental. Me llena con sus palabras.Cada letra se adentra en mí y profundiza hasta los rincones más alejados de mi mente. Me deja sin aliento cuando escribe. Y no hablemos de cuando canta, cuando la melodía que asoma por su boca se mezcla con el aire que respiro, eso ya acaba conmigo. Siento una gran admiración hacia ella. Admiración y orgullo, que se mezclan con cucharadas de identificación. Sin contar lo mucho que la quiero. Estamos igual de perdidas las dos, así que, ¿Por qué no perdernos juntas? Es un caos. Soy un caos. Pero sí, es el caos mas dulce que conozco. He de decir que encontrarme con ella pudo o no pudo ser una casualidad. Necesariamente más tarde o más temprano se cruzaría en mi camino. Tenía que encontrarme contigo. Alguien tenía que venir a salvarme.


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